Boca espesa, ojeras, mal aliento, son algunos síntomas que junto con, efervescencias intestinales, gases y vientre hinchado después de comer, tez amarillenta, náuseas, dolores de cabeza, sofocos e insomnio son señal de la falta de bilis, o que con el tiempo acabará en enfermedad.
¿Qué es la bilis?
La bilis es un fluido amarillento y alcalino, esencial en la química de nuestro cuerpo, que además de colaborar en varios procesos metabólicos, controla las grasas en sangre, elimina material tóxico del hígado, alcaliniza los intestinos y evita la propagación de microorganismos dañinos en el colon, entre otras cosas.
La bilis es en un 97% agua, solo el 3% restante son sales biliares, proteínas, colesterol y hormonas. La bilis es muy importante en el proceso de la digestión, porque rompe las grasas para que sean absorbidas por el intestino.
La bilis que fabrica el hígado, va al intestino delgado para ayudar a digerir los alimentos, principalmente las grasas y las proteínas que las disuelve, lo que facilita su paso por el intestino, dejando que todos los nutrientes pasen a la sangre.
La bilis también ayuda a emitir la bilirrubina que nivela los excesivos ácidos del estómago, elimina los microbios que vienen con la comida y desintoxica el exceso de alcohol y algunos fármacos.
Las toxinas que no pueden ser eliminadas totalmente, nos pueden causar alergias, asma, enfermedades autoinmunes, depresión, enfermedades cardíacas, obesidad, fatiga crónica e incluso cáncer.
Uno de los trastornos relacionados con la bilis, son los cálculos biliares que se forman con el colesterol y una gran producción de bilis hará que el nivel de colesterol en la sangre baje.
La bilis se guarda en la vesícula biliar. Cuando se espesa y los desechos se acumulan, se forman pequeños cálculos, que cada vez se hacen más grandes. Con el tiempo, la vesícula se vuelve apática y se frena el paso de bilis al intestino. Algunos de los cálculos salen de la vesícula y obstruyen los canales, provocando accidentes muy molestos. Si no podemos disolver esos cálculos de alguna forma, se debe extirpar la vesícula biliar como última solución.
Ante la aparición de algunas de las señales indicadas, debemos estar alerta para el buen funcionamiento del hígado. Pudiendo evitar la aparición de algunas enfermedades, la digestión mejorará, desaparecerán los problemas causados por la mala digestión de las grasas y, evitaremos la formación de cálculos biliares.
Cómo estimular la secreción de bilis
Podemos estimular el funcionamiento del hígado y la secreción de bilis de forma natural con plantas coleréticas que aumentan la cantidad de bilis que segrega el hígado. Si se aumenta la producción de bilis, el hígado se descarga y puede trabajar mejor.
Son plantas de esta clase: tilo, olivo, helenio, menta, agracejo, alcachofera, fumaria, boldo, rábano, diente de león, ajenjo, centaura menor, cúrcuma, genciana, ruibarbo, tamarindo, artemisa, caléndula.
Las plantas colagogas facilitan el vaciado de la vesícula biliar al intestino, deben utilizarse si la vesícula no trabaja a su ritmo o hay cálculos.
Son plantas colagogas: olivo, helenio, menta, agracejo, alcachofera, boldo, rábano, diente de león, ajenjo, cúrcuma, genciana, cáscara sagrada, ruibarbo, tamarindo, artemisa, caléndula, ortosifón, romero, milenrama, aloe.
Es muy probable que las personas con enfermedades crónicas, tengan cálculos taponando los conductos biliares.
Una persona sana produce aproximadamente un litro de bilis al día. Pero, las personas con cálculos biliares y enfermedades crónicas, a veces solo producen una tercera parte de esa cantidad, lo que les causará malas digestiones, desórdenes en los triglicéridos, acidificación intestinal, toxicidad hepática, desorden en la flora del colon, etc.
La dieta, como en tantos otros casos, es muy importante, para evitar que se formen los cálculos, o cuando ya se tienen, para controlar el dolor y otras molestias y también para cuando se ha extirpado la vesícula.
Alimentos beneficiosos y perjudiciales
Hay alimentos que ayudan a que no se formen los cálculos. Para ello, es necesario llevar una alimentación variada, pobre en grasas y colesterol. Los alimentos menos tolerados son los flatulentos, coleréticos, que aumentan la secreción de bilis en el hígado y los colagogos, que favorecen el vaciamiento de la vesícula biliar.
La fruta no contiene grasa y su consumo hace reposar la vesícula. Limitar las no maduras y crudas, ácidas, frutas secas y confitadas.
A continuación, una lista de alimentos beneficiosos:
- Manzana, fluidifica la bilis y reduce la formación de cálculos.
- Papaya, tonifica la digestión, ayuda en las mala digestiones de origen biliar.
- Legumbres, su fibra y a su poca grasa, facilitan un menor riesgo de tener cálculos. Trituradas para eliminar las pieles y probar la tolerancia.
- Verduras y hortalizas, mejor cocidas y en puré, salvo las desaconsejadas.
- Alcachofa, vuelve la bilis más líquida y menos densa y la cinarina que contiene hace que la vesícula vacíe mejor la bilis, no dejando que se generen cálculos.
- Rábano, su propiedad sulfurada, aumenta la producción de bilis y mejora el funcionamiento de la vesícula biliar.
- Lecitina, facilita la disolución del colesterol de la bilis y evita la formación de cálculos.
- Aceite de oliva virgen, estimula la movilidad y el vaciado de la vesícula.
- Vitamina C, reduce el riesgo de tener cálculos.
Alimentos permitidos para cuando ya se tienen cálculos
- Pescado, mejor el pescado blanco al azul, ya que tiene menos grasa, pollo o carne magra a la plancha, al horno o a la parrilla.
- Puré de patatas, calabazas, crema de zanahoria o verduras hervidas.
- Compota de manzanas.
- Patatas, calabaza y zanahorias al horno.
- Sopas de verduras, de carne o pollo sin piel.
- Arroz cocido.
- Huevo sin yema, solo la clara.
- Ensaladas sin aderezos que contengan según qué aceites.
- Frutas crudas y sus licuados.
Alimentos desaconsejados
- Todas las clases de grasas.
- Frituras y sofritos.
- Embutidos de cualquier tipo.
- Coliflor, repollo.
- Lácteos enteros y quesos.
- Productos de pastelería y bizcochería.
- Café.
- Bebidas alcohólicas.
Beber de 2 a 3 litros de agua, para que no se formen residuos en los riñones y la vesícula.
Después de extirpar la vesícula biliar, al no haber bilis en la cantidad suficiente para digerir las grasas, la dieta será la misma como si aún tuviera cálculos. Hasta que el hígado se adapte a las exigencias de bilis para los alimentos, si queremos precipitar el proceso podemos provocar un sobreesfuerzo del hígado, haciendo que este aumente su tamaño, causando dolor, como si aún tuviéramos cálculos en la vesícula.