Conocida principalmente por ser un ingrediente en la cocina y en la composición de productos para la higiene bucal, la menta, además de darnos frescor, es una planta con múltiples beneficios para nuestra salud.
La rica composición de la menta hace de ella una planta con importantes propiedades saludables para nuestro organismo, sobre todo, para el aparato respiratorio y el digestivo. De hecho, tan sólo su aroma posee la cualidad de refrescar las vías respiratorias y, al mismo tiempo, de estimular el apetito.
Respecto al aparato respiratorio, en los gripales y otras enfermedades asociadas a las vías respiratorias es bueno tomar menta debido a que el ácido ascórbico facilita en gran medida la expulsión de la mucosidad.
El mentol presente en su composición es un potente descongestionante para las vías respiratorias, al mismo tiempo que regula la temperatura corporal –si el enfermo presentara fiebre– debido a su capacidad para incrementar la sudoración.
En casos de asma o de otras enfermedades que llevan asociadas episodios de tos, el tinol –compuesto orgánico presente en la menta– funciona como un eficaz antitusivo natural.
Por lo que al aparato digestivo respecta, la menta reduce la irritación intestinal –propia de enfermedades como la diarrea, colitis o la enfermedad de Crohn– y los gases, al mismo tiempo que favorece el proceso digestivo al mejorar, entre otros, el funcionamiento del hígado. También reduce y evita los vómitos y los cólicos abdominales.
Además de todas estas propiedades, la menta también tiene otro tipo de aplicaciones. Por ejemplo, masticar menta ayuda a reducir los efectos asociados al ‘mal de altura’ –dificultad que presenta el organismo para adaptarse a la falta de oxígeno asociada a la altitud–, ya que mejora y facilita la circulación sanguínea.
Debido a su fuerte olor y sabor, se emplea en casos de halitosis, sequedad bucal y para reducir la incidencia de caries y gingivitis, al igual que otras plantas como el eucalipto, la manzanilla y la equinácea.
Uso tópico de la menta
La menta también puede utilizarse de forma tópica. Por ejemplo, diluyendo aceite esencial en agua, y aplicando sobre la zona en cuestión una compresa empapada de esta solución (a modo de cataplasma); así podemos reducir, entre otros, los dolores de cabeza, de espalda, cervicales o musculares y tratar afecciones dérmicas como heridas, eccemas, picaduras de insectos, infecciones vaginales o hemorroides.
Otros usos de la menta
Además de todas las aplicaciones terapéuticas y medicinales comentadas en el punto anterior, la menta tiene otros muchos usos.
De ellos, el más conocido quizá sea el culinario ya que esta hierba aromática es uno de los principales condimentos para la elaboración de numerosos platos tanto dulces como salados, sobre todo, en aquellos que conllevan una digestión más lenta o pesada como son las legumbres o los que poseen un alto contenido calórico.
También encontramos menta en la preparación de productos específicos para la higiene bucodental y para usos cosméticos y se utiliza en los masajes con aromaterapia por sus propiedades estimulantes, tanto a nivel físico como emocional.
Contraindicaciones de la menta
Por otra parte, la mayor toxicidad de la yerba de zapo se encuentra en el aceite esencial, de ahí la importancia de diluirlo adecuadamente antes de su aplicación.
De hecho, la menta nunca se administrará a personas que padezcan cálculos renales, hernia de hiato o que tomen medicamentos que sean sintetizados a través del hígado.
También está desaconsejado el uso de la menta en el caso de mujeres embarazadas y madres lactantes, ya que, en el primer caso, puede afectar al feto o incluso provocar el aborto y, en el segundo, tiene graves consecuencias sobre los niños de corta edad ya que reduce el ritmo cardíaco y afecta a la respiración, de ahí que no deba aplicarse a los niños ungüentos con mentol.